jueves, 21 de agosto de 2014

Deuda externa.

Adquirida por pocos, pagada por todos.

La deuda pública es un estigma para los argentinos y los sucesivos gobiernos, que comenzó en la lejana década del ´20 del siglo XIX durante la presidencia de Bernardino Rivadavia, pero que en los últimos 40 años se acrecentó de forma estrepitosa. Parece ser que siempre que se intenta reestructurar el pago de la deuda, siempre el país termina pagando intereses.

Los primeros en ser los grandes culpables fueron las cúpulas militares instauradas en el gobierno desde 1976 hasta 1983. Teniendo en cuenta que durante el gobierno de Perón y Estela Martínez, la deuda se había reducido, en la dictadura aumentó considerablemente de u$s 7800 millones a u$s 45100 millones en un período sólo de 7 años.

Las causas fueron principalmente cuatro: la bicicleta financiera, en donde los accionistas especulaban con el aumento de los bonos, la deuda privada de empresarios que fue absorbida por el Estado, los intereses y quizás la causa más cruel, la importación de armas no sólo para la guerra de Malvinas, sino para combatir las resistencias peronistas y de izquierda.

EL legado económico que dejarían los militares a Raúl Alfonsín, electo presidente en 1983, fue deplorable. Durante su mandato, se buscó reestructurar el aparato estatal herido en sus cimientos por las políticas liberales del Proceso, pero la hiperinflación le dio un golpe bajo. En este período hasta 1990, la deuda se acrecentó unos u$s 20000 millones, casi en su totalidad por los intereses.

Los próximos 10 años, que abarca la década del ’90, se caracterizaron por el ausentismo del Estado de bienestar, es decir, ausencia en materia social, la invasión de capital extranjero y el endeudamiento excesivo.  La ineficiencia del Estado fue fruto de “una campaña ideológica, política y mediática” según lo explica B. Neustadt en “Deuda externa Argentina”, donde agrega que en el primer mundo “las empresas las manejan el sector privado”.

El vaciamiento estatal y las privatizaciones de empresas públicas fueron pilares para que en la sociedad argentina creciera el descontento con cualquier agrupación política y la causa principal de la pérdida del trabajo para millones de personas. Entre las empresas desnacionalizadas, se encuentra el sistema jubilatorio, que generó un aumento de la deuda pública, ya que se dejaron de manejar u$s 54000 millones, que luego fueron pedidos como préstamo.

Aunque parezca ilógico, estos ejemplos abundan durante la segunda parte de la década del ’90. Negociados con empresas extranjeras y actos de corrupción, fueron las causas por las cuales el Dr. Carlos Menem no logró la re-reelección. La herencia en materia de deuda fue de u$s 146220 millones, un aumento de u$s 81000 millones comparado con el gobierno de Alfonsín.

Todo explotó en el 2001. El país ingresó en default y la debacle social se hizo presente en las calles de los puntos neurálgicos del país. EL gobierno de De la Rúa poco pudo hacer en dos años y se anunció el no pago de la deuda. En 2003 Néstor Kirchner asume como presidente y logró una reprogramación del pago con distintos organismos internacionales denominado “canje de la deuda Argentina”.

Ya en 2005, Kirchner negoció el pago total de la deuda con el Fondo Monetario Internacional cercano a los u$s 10000 millones. Pese a los distintos intentos, el gobierno seguía endeudado y el default del 2001 fue el peor karma, ya que alrededor de u$s 80000 millones todavía no se habían financiado. Argentina le debía (y debe) al Banco Internacional del Desarrollo, al Club de París, EL Banco Mundial, sumado a la deuda con entidades privadas, los denominados “fondos buitres” y las deudas de las provincias.


Luego de casi 50 años donde comenzó el gran incremento de la deuda con la dictadura militar, pese a los diferentes programas de reestructuración de la deuda durante la década “K”, se estima que la deuda actual es de unos u$s 250.000 millones. Parece confirmarse el dicho de diversos economistas y el sentido común: “los argentinos siempre terminan pagando intereses”. 

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